domingo, 3 de abril de 2016

Comentamos "Hamlet", de William Shakespeare


El mundo es un caos sin sentido en el que los hombres intentan ser felices. Pero el tiempo lo destruye todo a su paso, y la muerte, presente en la vida, se percibe como algo incierto. Tampoco ayudan los celos, la locura, la infidelidad, la traición, el materialismo, la corrupción…, que nos conduce hacia una concepción desengañada de la existencia. 
Estamos hablando del argumento de una obra que bien pudiera situarse tanto en el siglo XVII como en el XXI. Aquí radica el valor y la universalidad de Hamlet.

Hamlet, príncipe de Dinamarca (compuesta hacia 1601) se basa en una leyenda nórdica transmitida por viejas crónicas y sagas. "Es la pieza más larga de Shakespeare y una de las tragedias más potentes e influyentes de la literatura inglesa. Transcurre en Dinamarca, y trata de los acontecimientos posteriores al asesinato del Rey Hamlet (padre del príncipe Hamlet), a manos de Claudio (hermano del rey). El fantasma del rey pide a su hijo que se vengue de su asesino. Biblioteca Julia Uceda."

 Leer a Hamlet es reflexionar sobre la realidad de aquella época y la nuestra. Es una obra de contradicciones, de amor y odio, de cordura y locura, de lealtad y deslealtad, de fidelidad y traición… en definitiva, SER O NO SER. Su tema principal es la venganza y la duda sobre ella. Todo pierde sentido para Hamlet, incluso el amor por Ofelia, hacia la que se dirige de forma obscena y despreciable. Esta, enloquecida, se consume y muere trágicamente en un escenario que ha inmortalizado el arte y la literatura.

    “Ofelia” de John Everett Millais (1852)



“…Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durase por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto dulcísimo, la muerte, llena de angustias”. William Shakespeare



I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lilio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.

El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.

Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientra ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor...
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.
                                                       Rimbaud


La originalidad de la obra radica en lo que sienten y piensan los protagonistas, que podrían viajar hasta nuestro tiempo, con otro lenguaje y otra ropa, y seguirían siendo actuales. ¡Qué grandes personajes! Hamlet, indeciso y reflexivo, se cuestiona absolutamente todo y finge locura, en principio para facilitar sus planes de venganza, aunque este desatino significa mucho más, pues en un mundo caótico no tiene cabida la cordura. Claudio, que ambiciona el poder, lo que le lleva al fratricidio. La reina Gertrudis, infiel, superficial, insulsa y frívola. Ofelia, personaje puro que enloquece y muere desencadenando una catástrofe. Polonio y los sepultureros, ridículos y grotescos. Laertes, hijo y hermano fiel, cegado por la sed de venganza.

En el club ha habido opiniones diferentes sobre esta obra. A algunos les ha gustado bastante, a otros, no tanto, lo que sí es cierto es que ha suscitado bastante polémica. Gracias por compartir una tarde más el placer de la lectura.